Este 10 de octubre se estrena en cines colombianos “Pimpinero: sangre y gasolina”, dirigida por Andrés Baiz, una de las producciones más ambiciosas por presupuesto y largo rodaje realizadas en el país, que además ha servido para revelar la faceta interpretativa de Juanes. La película aborda el contrabando de gasolina en la frontera entre Colombia y Venezuela, donde los “pimpineros” arriesgan sus vidas transportando combustible de manera ilegal. La trama sigue a Juan, el menor de tres hermanos involucrados en este comercio, y su novia Diana, quien busca desentrañar los oscuros secretos de la región.
El film, que se estrenó mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Toronto el 9 de septiembre, tiene un elenco internacional encabezado por Alberto Guerra, Alejandro Speitzer, Laura Osma y el debut actoral del popular cantante Juanes. Baiz destacó la actitud del cantante, comentando a El Tiempo: “Juanes es increíblemente humilde y maneja muy bien su ego. Llegaba al set con una actitud generosa, dispuesto a aprender”. Según el director, el músico superó sus nervios iniciales y encontró su naturalidad en pantalla: “Poco a poco, con orientación, logramos que dejara de ‘actuar’ y encontrara su presencia auténtica”.
La idea de la película surgió mientras Baiz rodaba la serie “Narcos” en la costa caribeña colombiana, en 2014. Allí fue testigo de una fila de carros cargados de bidones de gasolina, lo que despertó su curiosidad. “Esa imagen me pareció muy cinematográfica: un oficio ilegal, peligroso y lleno de adrenalina”, recordó. Decidió investigar más a fondo el fenómeno, inspirándose en un reportaje del periodista Julián Lineros sobre los pimpineros. “Sus fotos me inspiraron mucho”, comentó Baiz.
El proceso de desarrollo no estuvo exento de dificultades, con varios momentos en los que pensó en abandonar el proyecto. “Definitivamente, en estos procesos creativos hay momentos en los que te sientes tentado a abandonar. Tuvimos varias páginas escritas, pero en algún punto pensé: no encuentro la historia”, confesó el director. Sin embargo, tras contactar a la guionista María Camila Arias, encontró un enfoque más humano y profundo: “Ella me mostró que el universo del contrabando de gasolina, aunque cinematográfico, debía dar un giro y enfocarse en algo más profundo. Gracias a su perspectiva, encontramos la historia y la humanidad que estábamos buscando”.
La película, que también estará disponible próximamente en Prime Video, fue rodada en más de 20 locaciones del norte de Colombia, incluyendo Valledupar, Riohacha y Manaure. El equipo enfrentó dificultades logísticas debido a las condiciones extremas del desierto de La Guajira, como altas temperaturas, tormentas de arena y grandes distancias entre las locaciones. “El desafío logístico fue enorme. Tantas locaciones, tantos actores, acción con vehículos en una región con poca infraestructura”, explicó Baiz. A pesar de ello, destacó la hospitalidad de la comunidad local: “La comunidad wayuu nos abrió sus puertas y aprendí mucho de ellos. Me quedo con lo positivo, con lo que aprendí de la comunidad”.
La película aborda temas universales como las fronteras éticas, geográficas y familiares, y aunque Baiz reconoce que la coyuntura actual entre Colombia y Venezuela puede hacer que la película sea más relevante, su enfoque no es político: “Me emociona que pueda sumarse al debate actual, aunque no hago cine con la intención de aleccionar o cambiar el mundo”. Sin embargo, también señala que sus películas suelen tener un trasfondo político: “Si esta película puede contribuir a la conversación, estaré encantado, pero lo principal para mí es que el público se emocione y conecte con los personajes”.
Dirigir a un elenco variado y gestionar las complejidades del rodaje en regiones remotas fue todo un reto, pero para Baiz el desafío mayor fue mantener la humanidad en la historia: “Aunque hay oscuridad, esta historia trata sobre la fraternidad, no solo entre los personajes, sino entre dos países. Para mí era crucial que ese amor y compasión estuvieran presentes en todo momento”.
Finalmente, Baiz reflexionó sobre lo que le dejó la experiencia de realizar “Pimpinero: sangre y gasolina”: “Aprendí que en Colombia y en Latinoamérica estamos más que preparados para hacer películas ambiciosas y robustas”. Además, destacó la importancia de estar presente en el proceso de creación cinematográfica: “Entendí lo importante que es estar presente en el momento, especialmente como director, porque es la única forma de transmitir verdad y belleza en una película”.