¿VERBO INCENDIARIO O CONCILIACIÓN? QUÉ SE ESPERA DE LA RELACIÓN ENTRE MÉXICO Y TRUMP

Nacional

La garantía expresada por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sobre la buena relación que se mantendrá con EE.UU., tras el triunfo de Donald Trump en la presidencia, pareciera estar cimentada en la posición de su predecesor Andrés Manuel López Obrador, quien mantuvo una actitud conciliadora y soberana, ante los vaivenes del inflamado discurso del republicano sobre las preocupaciones fronterizas, de seguridad y comerciales, tanto durante su candidatura como cuando llegó por primera vez a la Casa Blanca.
Si en algo concuerdan los analistas es que las acciones a futuro de Trump son impredecibles. En su periodo anterior, pasaba de declaraciones explosivas a posiciones concertadoras sin previo aviso. Sin embargo, con base en los hechos consumados con su par mexicano, es posible trazar las perspectivas de lo que significaría para México su regreso a Washington.
La retórica del candidato republicano de 2024 tuvo una reminiscencia del pasado cuando días atrás, en un acto público en Carolina del Norte, dijo que de ganar la informaría a Sheinbaum que si no detenía “la avalancha de criminales y drogas” que entraban a su país, impondría un arancel de 25 % a las importaciones mexicanas. No obstante, nuevamente el Palacio Nacional apagó las llamas y la mandataria ratificó su pronóstico de buenas relaciones y se refirió a los esfuerzos de ese país para disminuir la migración y la presencia de migrantes en la frontera.

Los oscuros augurios
No es la primera vez que el Trump aspirante a la presidencia se contrapone al inquilino de la Casa Blanca. Los augurios sobre la relación que tendrían EE.UU. y su vecino del sur, cuando ganó las elecciones de 2016, eran oscuros. En su campaña, el aspirante republicano había dicho frases contra los migrantes de la nación vecina cargadas de xenofobia y racismo: “Los mexicanos son criminales y violadores” y “México no nos está enviando a sus mejores”. Todos estos insultos estaban sostenidos por su principal promesa para captar el voto antinmigrante: la construcción de un muro —cuyo valor se proyectaba entre 12.000 y 15.000 millones de dólares— entre la línea limítrofe de ambos países, que tendría que ser pagado por México.
El destino del muro ya es conocido; ni México accedió a pagarlo y solo pudo levantarse 22 % de la extensión total prevista de 3.169 km. Además, Biden a su llegada a la presidencia, en 2021, puso fin al sueño del republicano y dejó sin efecto la declaración de emergencia que permitió destinar recursos extraordinarios para financiarlo.

De “criminales” a “increíbles”
Pero, ¿qué pasó en el camino para que Trump pasara de decir, en 2015, que los mexicanos eran “criminales” a afirmar que “eran increíbles”, en 2020? La respuesta tendría que ver más con el manejo de la diplomacia del expresidente López Obrador que con el republicano.
Cuando el sucesor de Enrique Peña Nieto ganó la presidencia, en julio de 2018, informó que sostuvo una llamada telefónica con Trump. El clima de la conversación era un adelanto de cómo sería en líneas generales la política mexicana con el país del norte.
En esa oportunidad, López Obrador afirmó que hablaron durante media hora sobre su propuesta de “explorar un acuerdo integral”, de concertar “proyectos de desarrollo” para generar empleos en México, con la finalidad de reducir la migración y mejorar la seguridad. “Hubo trato respetuoso”, apuntó en esa oportunidad. Sin usar su verbo encendido, el mandatario estadounidense calificó la charla como una “gran conversación” y pronosticó que la relación “sería buena”, aunque soltó la advertencia de que habría que ver qué pasaba.

Encuentros de amigos
En 2020, López Obrador viajó a EE.UU. para sostener un encuentro con su homólogo y abordar, entre otros asuntos, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que culminó en la creación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). En su campaña electoral, Trump había aseverado que ese convenio era un “desastre” y que lo rompería porque beneficiaba más a los mexicanos que a los estadounidenses.
Este viaje, sobre el que el líder de Morena habría adelantado que no sería en “plan de confrontación”, dio un vuelco a la actitud mostrada por el mandatario republicano al referirse a México, que de sus afirmaciones inamistosas pasó a una serie de halagos.
“La relación entre EE.UU. y México nunca ha sido tan estrecha como ahora […] Nunca había sido tan fuerte, nunca había sido tan cercana. Estamos haciendo un trabajo tremendo juntos”, expresó el estadounidense al consignar junto a su homólogo mexicano la entrada del acuerdo comercial T-MEC.
En esa visita, el propio López Obrador dijo a las comitivas de ambas naciones: “Fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos, y vamos a seguir siendo amigos”.

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